EL FINAL DEL VERANO Y EL COMIENZO DE ALGO MÁS

Con los últimos días de agosto dando sus últimos coletazos, esa sensación de fin de verano se hace más y más perceptible para muchos. Sin dejarnos llevar por la nostalgia inherente al himno por antonomasia a la caducidad de los amores veraniegos, por muy acartonado que esté – como sus creadores -,  el final del verano llegó…o está a punto de hacerlo.

 

Sin duda son malos tiempos para la lírica y, quizás para el amor adolescente, pero no para las bodas.  De esto ya nos ocupamos en su momento pero volvemos a hacerlo ahora. Porque el mes de septiembre sigue siendo uno de los favoritos para casarse como atestigua la recargada agenda de cualquier fotógrafo de bodas en Asturias o cualquier otra pare de España…o del hemisferio septentrional, puestos a ser exactos. Septiembre, el mejor mes del año para casarse, según muchos entendidos, esgrime importantes motivos para justificar tan rimbombante título.

 

el mejor mes del año para casarse: septiembre

 

Eso es lo que afirman, al menos, tanto importantes profesionales del mundo nupcial y los más cotizados wedding planners del momento así como numerosas parejas de novios. Examinemos ahora los nuevos motivos para casarse en septiembre.

 

disponibilidad de los invitados

 

Si casarse en verano permite contar con aquellos invitados que se encuentran fuera y acuden a sus lugares de origen en época estival, el mes de septiembre también lo hace. Para empezar, técnicamente seguimos en verano. Y cada vez son más las personas que toman sus vacaciones en estas fechas para huir de la masificación tan propia de julio o agosto. Con lo cual, bastantes invitados con los que no contaríamos en un principio por razones de distancia pueden estar disponibles.

 

estado de ánimo propicio

 

Si los meses centrales de verano sirven para relajarse, septiembre es un mes ideal para haber encontrado el equilibrio. Con las pilas cargadas y el estres vacacional superado se diría que no hay mejor momento del año para asistir a una boda. O ser protagonista de ella.  Además, el curso escolar empieza pronto en el mes, y eso hace más fácil mantener a los niños ocupados con sus tareas escolares o extraescolares. Y esto es especialmente valorado por padres a tiempo completo que acaban añorando el invierno para descansar de sus absorbentes tareas parentales, para quienes una boda supone una inmejorable ocasión de resucitar una vida social moribunda.

 

el clima como aliado

 

¿Quién dijo frío? En septiembre las temperaturas se suavizan. Y más en climas templados como el asturiano. Pero no es un secreto que  cada año el verano parece prolongarse más hacia el otoño. Y septiembre nos suele sorprender con días espectaculares y condiciones de luz anheladas por cualquier fotógrafo nupcial que se precie. Además los días continúan siendo relativamente largos, aunque anochezca antes. Y esto nos ofrece una interesante posibilidad a la hora de organziar bodas vespertinas, con luz diurna suficiente y la oportunidad de crear ambientes nocturnos sin necesidad de esperar mucho tras una temprana puesta de sol.

El final del verano y casarse en septiembre

LUCIR PALMITO Y BRONCEADO

 

Después de un verano de tiempo libre, intensa actividad física y disfrute continuado de playas o piscinas, cualquiera se siente renovado. En septiembre, sin necesidad de ser deportista profesional, son muchos los que retornan a esas tallas más que olvidadas durante el invierno. Y eso nos permite lucir figura y tipo con plena desenvoltura mejor que en cualquier otro momento del año. Por otra parte, el bronceado no tiene ya por qué ser artificial ni producto de horas de cabinas de rayos uva.

Bodas al final del verano por Juan Llavio

 

EL MOMENTO IDÓNEO

Septiembre, mes de transición donde los haya, es finalmente una metáfora perfecta del comienzo de una nueva vida. Todo empieza en septiembre, desde la escuela a la Universidad, un cambio de temporada que casa muy bien con un cambio de ciclo vital.  No hay mejor momento para dar el paso, cumplir con el rito de paso ancestral y acceder a las mieles – y esperemos que no a las hieles – de la tan bien ponderada vida de casado.

AL FINAL DEL VERANO PUEDE EMPEZAR OTRA HISTORIA

 

Y siguiendo con los paralelismos. Si al expirar el verano, los romances estivales se ven sometidos a la dura prueba de la distancia, es en esta época cuando los amores sólidamente cimentados pueden empezar construirse.  Si hay buenos materiales la construcción perdurará. Y en esta obra, el fotógrafo, no hace otra función que la del Notario en cualquier obra nueva. Da fe de lo que existe en un momento dado. Algo nuevo y como casi todo lo nuevo, probablemente hermoso y, como tal, digno de sostenerse en el tiempo incluso para las generaciones venideras.