CÓMO HACER FOTOS DENTRO DE UNA IGLESIA CON LOS MEJORES RESULTADOS

Capturar la esencia de una ceremonia matrimonial es tarea que incumbe a los fotógrafos nupciales desde los inicios de la profesión. Y no es nada sencillo. Las fotos dentro de una iglesia o capilla no son fáciles de hacer.  Cuando se trata de fotografiar una boda durante el oficio religioso de celebración del matrimonio todo parece ponerse en contra. La escasa y fragmentada iluminación, los límites de espacio y el desarrollo mismo de la ceremonia son desafíos que solo los profesionales de la fotografía de bodas conocemos de primera mano. Al menos, si lo que se busca es un resultado de calidad profesional y que merezca ser recordado.

 

Admitiendo las opciones de iluminación limitadas y los movimientos restringidos, los fotógrafos nupciales debemos sortear hábilmente tales obstáculos,  pensando al mismo tiempo en qué imágenes será preciso obtener en cada momento. A continuación, profundizaremos en los diversos desafíos a los que se enfrentan los fotógrafos dentro de iglesias, capillas, ermitas u oratorios de todo tipo. Como fotógrafo de bodas en Gijón conozco la mayoría de los templos religiosos de la ciudad y sus alrededores. Y especialmente aquellos que son más queridos y preferidos por los novios para casarse.

 

Pero todo fotógrafo avezado en estas lides debe estar preparado para afrontar nuevos retos. Y como profesional con cierta experiencia acumulada y algún reconocimiento obtenido sea con más o menos merecimiento, siempre existe la posibilidad de tener que fotografiar una boda en una pequeña capilla familiar, una iglesia apartada o incluso alguna catedral nunca visitada. Los años y la destreza desarrollada hasta ese momento para saber adaptarse y anticipar las posibles dificultades.  Entre ellas se pueden citar las siguientes.

 

La luz, nunca ausente pero siempre esquiva

 

Es frecuente que, una vez dentro de la iglesia, el fotógrafo sienta el irreprimible impulso de gritar – como dicen que hizo Goethe en el momento de expirar – ¡Más Luz! (Mehr Licht!, en alemán). A ese infructuoso afán ya nos referimos en alguna entrada anterior. Sin embargo, el profesional deberá acomodar su cámara fotográfica a las condiciones del entorno. Condiciones de iluminación tenue, difusa o generalmente esquiva. A veces quebrada por una iluminación artificial más o menos irregular.

 

A veces es preciso, trabajar en esa semipenumbra tan cara a los románticos y a los constructores de iglesias y catedrales medievales. Muy propicia para la meditación y la oración y para la concentración de los fieles durante la celebración de la misa y otros oficios religiosos. Pero escasamente adecuada para una fotografía de interiores que aspire a recoger la esencia y los detalles de un momento fugaz, mediante instantáneas cazadas a vuelapluma. A veces – muchas – incluso sin ensayo previo.

 

Hablamos de espacios suelen estar diseñados para crear un ambiente sereno e íntimo. Incluso en los templos más modernos. La combinación de efectos proporcionados por la iluminación de las velas o la luz natural que, en su caso, se filtre por las vidrieras, -si las hay, – puede ser muy favorable, sí. Pero debemos compaginarla con una luz eléctrica tan arbitraria, procedente de grandes lámparas de araña con luz cenital sobre los contrayentes. O incluso desde apliques fijados en las paredes interiores o columnas. El resultado puede sin embargo resultar sublime. O un completo desastre, claro está.

 

Para combatir esto, los profesionales solemos estar bien equipados con el equipo adecuado, que incluye lentes de alta calidad para condiciones de poca luz y flashes externos. El tradicional recurso al fotómetro, antes de la celebración, podría estar más que justificado. Además, debemos saber aprovechar las fuentes de luz natural, como la proporcionada por las vidrieras. En estos casos, aunque parezca increíble pese a la luz artificial predominante, se pueden incorporar sutiles toques de policromía al conjunto.  Por otra parte, si se integran debidamente, los halos generados por la luz de las velas pueden lograr efectos cautivadores. Cuestión de pericia y adaptación al medio. En cuanto al usos de los flashes, es preciso ser comedido. Y siempre respetuoso, previa comunicación con el sacerdote que dirige la ceremonia.

 

fotógrafos junto al altar: como pez fuera del agua

 

Es cierto que las capillas e iglesias pueden variar en tamaño. Los templos con grandes atrios tras el altar principal ofrecen amplios espacios y más libertad de movimiento al fotógrafo de lo que cabría pensar. Sin embargo, no siempre resulta indicado ni está permitido situarse tras el altar.  Puede resultar irreverente o incluso ofensivo para los fieles o el oficiante, por lo que la preparación previa y una charla distendida con el sacerdote resultan muy indicadas.  En ocasiones, las grandes iglesias y catedrales mantienen cerrado el acceso al atrio o los retablos por grandes rejas, que disminuyen el espacio disponible.

 

Por otra parte, la mayor parte de las iglesias pequeñas y capillas ya presentan por sí mismas un espacio limitado para que los fotógrafos se muevan. Esta limitación puede dificultar la posibilidad de disparo desde diferentes ángulos y perspectivas durante la ceremonia. Para superar este obstáculo, es crucial estudiar antes de la boda el terreno y planificar una posición con anticipación. Así como realizar las oportunas mediciones de iluminación. Como hemos dicho, coordinar con el organizador de la boda o el oficiante para comprender cualquier restricción o directriz permitirá una ubicación estratégica y asegurará que los momentos importantes se capturen sin interrupciones.

 

Zapatero a tus zapatos

 

Las ceremonias matrimoniales se desarrollan conforme a una liturgia que los fotográfos nupciales nos conocemos al dedillo. Atraviesan por distintos y hitos que es preciso conocer. No debe olvidarse que, para los catálicos, estamos ante la celebración de uno de los siete Sacramentos.  Desde las lecturas de las Escrituras, a las fórmulas rituales y su respuesta por los contrayentes, el otorgamiento de arras y la entrega de anillos,. Sin olvidarla bendición final del sacerdote.  Pese a estar pendiente, a veces, sin embargo, es fácil distraerse por cualquier motivo. Pueden ser ruidos, reacciones imprevistas, estornudos o incluso desmayos entre los asistentes nos pueden jugar una mala pasada.

 

Para minimizar las distracciones, es importante que comentar los detalles con la pareja, el oficiante y los invitados sobre la importancia de mantener un ambiente respetuoso y tranquilo durante la ceremonia. Y planificar los hitos principales a fotografiar. El empleo de cámaras con modos de disparo silencioso suele ser lo más recomendado para ayudar a preservar la solemnidad de la ocasión en estos casos.

fotos de boda ante una iglesia por Juan Llavio
Juan Llavio Fotógrafo de bodas en Asturias. Pre boda y Post boda. Comuniones en Asturias

 

saber estar y saber hacer

 

 

Dependiendo de su responsable o párroco titular, muchas iglesias tienen sus propias reglas o modos de actuar durante las celebraciones matrimoniales. Estas reglas o protoclos pueden incluir restricciones de movimiento, uso de flash o acceso a ciertas áreas del lugar. Es crucial conocer y familiarizarse  con estas pautas de conducta antes del día de la boda.  La discrección y el saber ocupar un conveniente segundo plano forman parte del savoir fare del fotógrafo dentro de la iglesia durante una boda.

 

También hay que tener presente que en muchos templos el Sagrario, que alberga las hostias consagradas puede permancer abierto durante la celebración religiosa. En estos casos suele considerar de escaso respeto deambular por delante de él para un menester como el ocupa a los fotógrafos de bodas.  No hay que olvidar que, según la liturgia católica, los fieles tienen obligación de hacer la preceptiva genuflexión ante el Sagrario mientras este alberga las formas consagradas.  Se trata de ritos y costumbres que es muy apreciado conocer y acatar por respeto a los sentimientos religiosos ajenos. En definitiva, una forma de saber estar más allá de las propias creencias de cada uno.

Dicho todo lo cual, solo queda estar muy atentos al momento en que todo se concentra en una declaraión formal de matrimonio. A partir de ahí, la suerte estará echada, aunque al fotógrafo – y especialmente a los novios – aún les quedará una ardua tarea por hacer.