Fotógrafo de bodas en Asturias
Mehr Licht! dicen que gritó Goethe en su lecho de muerte, justo antes de expirar. O sea, más luz. Y eso es precisamente lo que pediría un fotógrafo de bodas en Gijón en estos días invernales. Los cielos encapotados son enemigos naturales de la fotografía en exteriores. Y más de la fotografía para bodas. Una especialidad en la que debe primar la alegría resplandeciente de unos novios que afrontan el alba de una nueva etapa de sus vidas.
Es cierto que el fotógrafo de bodas dispone de múltiples recursos. Podemos usar filtros y pantallas o programas y herramientas que son muy útiles en la edición. Todos al servicio de una fotografía que transmita sensaciones, como es la de bodas. Pero también es verdad, que un fotógrafo profesional siempre buscará antes la mejor luz natural. Y utilizará la postproducción como último recurso.
La iluminación escueta de los cielos invernales y plomizos también puede tener su encanto. Aunque a veces constituye todo un reto para un fotógrafo de bodas en Gijón paliar los efectos mortecinos que cierto tipo de luz, produce en los rostros y en los atuendos. Una luz muy habitual en estas latitudes y épocas del año.
Nada, por supuesto, que un buen profesional de la fotografía, no pueda superar. O incluso ponerlo de su parte. Ya hablamos en otra ocasión de cómo el juego de luces y sombras en un reportaje de boda puede tener mucho que decir. También comentamos que el invierno puede ser una época ideal para una primera sesión preboda en Gijón. Pueden conseguirse fotos espectaculares, es verdad. Y la ausencia de nervios es un gran elemento favorecedor.
Todo eso está muy bien. Pero cuando ya han transcurrido los más duros meses del invierno. Cuando la primavera se anuncia a la vuelta de la esquina. Cuando los días se alargan por momentos. Un fotógrafo para bodas en Gijón no puede evitar dejarse llevar por el mismo anhelo que un gigante de las artes como el gran Goethe, en su último aliento: Más luz, por favor.