BAJO LA LENTE DEL FOTÓGRAFO: CELEBRAR ES REIR

Celebrar es reir y la risa es siempre memorable. Uno de los que ahora llamaríamos higlights de cualquier boda lo constituye el banquete nupcial y, particularmente, la fiesta posterior. Un evento dentro de otro evento como es la boda en sí.  Todo forma parte del mismo acontecimiento y, sin embargo, puede no tener mucho que ver.  Nos referimos particularmente a la marcada diferencia entre la solemnidad ritual que rodea al acto de contraer matrimonio, y al carácter mucho más desenfadado que preside los actos posteriores.  Donde la risa y lo informal triunfan.

Puedo asegurar, después de bastantes años trabajando como fotógrafo de bodas en Asturias, que hay veces que parece que uno no está en la misma boda.  Los invitados y sus protagonistas suelen sufrir esa benefactora transformación en un solo día.  Y eso no se puede escapar a ninguna cámara bien dirigida.

En principio los principales beneficiados son los propios novios. Es cierto que en todo reportaje nupcial el leitmotiv es el amor y la celebración de los invitados de ese noble sentimiento. Algo que puede sonar cursi, en principio, pero que subyace – y a veces aflora realmente – bajo toda la pompa.

Las fotos nupciales tienen como último objetivo no solo documentar ese amor sino fijarlo de alguna manera.  Capturarlo en imágenes.  Ya sea mediante símbolos, pequeños gestos o miradas fugaces. Todo vale, si es espontáneo y auténtico. Y el fotógrafo de eventos nupciales debe poseer la pericia y la experiencia suficiente para cazar al vuelo esos momentos.

Pero también la felicidad y, por ende, la risa es uno de los elementos conductores en toda celebración y especialmente en una boda. Por eso es interesante para el ojo del obsevador constatar como lo formal va dejando paso a lo jovial.  La rigidez del protocolo en la Iglesia o lugar de celebración se va relajando y lo hace de una manera paulatina. El pistoletazo de salida siempre es la salida de los novios de la Iglesia o el Salón de celebración y la lluvia de arroz y sus múltiples sustitutos actuales. A partir de ahí empieza otra boda.

Novios saliendo de la Iglesia: ¡Abran fuego!

Es verdad que cualquier boda que se precie no puede renunciar a ciertas fotos icónicas. Son fotos para el recuerdo que parece dictar la tradición y hay motivos para que sea así.  La tradicional lluvia de arroz simbolizaba desde la antigüedad , al parecer, los deseos de fecundidad para la pareja y su éxito en la labor procreadora que, desde ese momento, quedaba oficialmente autorizada y sancionada socialmente.

Hoy las cosas han cambiado y mucho. Pero siguen teniendo sentido.  Además del proyecto de fundación de una familia, sea o no con hijos, que se explicita en la mayor parte de los matrimonios hoy la lluvia de arroz tiene su sentido. Se trata, fundamentalmente de un acto de separación de fases que sirve para liberar las tensiones acumuladas, romper el silencio impuesto y expresar de forma explosiva y visual el júbilo de la concurrencia. Ahí es nada.

Al salir de la Iglesia o el Salón de Plenos del Ayuntamiento los novios ya no son novios, son marido y mujer. Nada menos. Aunque ese cambio de estatus lleve aparejada la obligación de soportar estoicamente una lluvia de proyectiles de diverso y muy variado calibre.

Celebrar es reir. Iglesia De San Pedro de Gijón

 

banquete nupcial: están para comérselos

Es una frase típica que expresa el cariño incondicional y expansivo hacia la pareja que puede ser proferida por las más devotas del ritual del casamiento. Desde la tía solterona a la prima casadera no hay invitado a una boda que no se vea en la obligación de alabar y halagar a los novios. Y es normal. Ellos son el centro de atención y protagonistas de la jornada.

En el banquete nupcial ofrecen a la comunidad de invitados su agradecimiento en forma de suculentas viandas, un catering variado y original o un cubierto de elevado coste en cualquier restaurante ad hoc.  Agradecimiento que luego será debidamente compensada mediante el oportuno regalo en formato físico o puramente crematístico.

Para el fotógrafo de la boda el banquete nupcial supone un momento de particular atractivo. Le permite calibrar los roles y personalidades de los distintos invitados y qué papel deberán jugar en álbum de boda que, también como ofrenda, presente a los novios como resultado de su dura jornada de trabajo. En un banquete de bodas un observador bien entrenado puede percatarse de quién es quién y en calidad de qué asiste a la boda solamente por los gestos y actitudes propias y ajenas. Y esa es una información de valor incalculable para el fotógrafo.

BAILANDO CON NOVIOS

Otro momento tradicional ineludible y, para algunos, difícil trago, es la apertura del baile por parte de los novios.  Cualquier antropólogo podría conectarlo con las danzas rituales de numerosos pueblos aborígenes,  si es que aún queda en el mundo alguno digno de denominarse así.  Pero para muchos novios supone un reto al que prefieren enfrentarse tras un cuidadoso ensayo o incluso con una preparación previa mediante las consabidas clases de baile.

Otros, sin embargo, van más a la buena de Dios y confían todo a la espontaneidad. Sea como sea, vuelve a ser un momento de recapitulación. Los novios vuelven a ser el centro de los focos y ahí es donde el fotógrafo afila su cuchillo y se lanza a la captura del inevitable cruce de miradas. Algo que un vals con demasiadas rotaciones no suele facilitar, pero en fin, eso ya es cosa del profesional.  A veces tiene más suerte y el baile es una balada meliflua de paso lento que garantiza la precisión de sus disparos, pero no siempre ocurre.

Pasos Esenciales para Celebrar una Boda Invernal

EMPIEZA LA FIESTA: celbrar es reir…y todo lo demás

Terminado ese baile la veda se abre. Mayores y pequeños, jubilados y parados de larga duración, vividores y responsables padres de familia se lanzan a la pista. A veces en tropel, otras veces más gradualmente, pero eso solo depende de dos factores. Del ritmo de consumo y graduación de las bebidas servidas hasta ese momento y del paso del tiempo.  A la larga, salvo los más recalcitrantes, todos comparecerán en la pista o se dejarán arrastrar a ella.  Y aquí es donde las fotografías más divertidas pueden perpetuar esa risa de la que hablábamos. Porque, efectivamente: celebrar es reir.  y no hay nada que sea más agradecido a la lente del fotógrafo que una sonrisa abierta, una pura carcajada o un efectista paso de baile ejecuado con maestría por quien menos te lo esperas.

La búsqueda de un fotógrafo de bodas en Asturias es más fácil de lo que crees. Puede ser tan solo cosa de intuición.  Si tienes el pálpito, solo te falta dar un paso. Contacta ahora en el 619 39 19 97 (WhatsApp) o envía un email a: info@juanllavio.com.

www.fotografosdebodaenasturias.com